“Que poderosa es la luna, Que sencillo es todo esto»… pienso para mí cuando detengo mi paso y volteo a las estrellas y huelo el rocío que emana de los árboles después de horas de caminar en el bosque, la luz que emana esa gran cómplice redonda me llena de energía y me invita a no detener mi paso a no dejarme vencer por los retos en mi camino. A veces, sólo a veces, siento que me sonríe y se alegra que solo yo, pueda mirarla como a ella le gusta que la miren. Durante esta gran travesía me ha cuidado y me ha inspirado de una manera tal, que agradezco la suerte que tengo de estar vivo después de todo lo que ha pasado. Retomo el paso rumbo a la cabaña de la que me hablaron los grandes sabios, justo ahí al levantar la vista al horizonte, la luna ha trazado de manera natural una brecha que ilumina la cabaña y es ahora cuando pienso que conseguiré mi objetivo y conoceré por fin al Viejo Adolfus. Mientras camino, una ráfaga de ansiedad y emoción me recorre el cuerpo, llevo un ritmo rápido y constante, como por arte de magia me he llenado nuevamente de fuerzas y siento como floto rumbo a la cabaña. A lo lejos escucho unos ruidos agudos que aún no distingo bien en qué consisten y sigo sin miedo dibujando una gran sonrisa mientras doy cada paso con la firmeza de saber que mi mente tendrá descanso al fin y que podré tener certeza de todas las preguntas que tengo para el Viejo. El camino anuncia una cima a lo lejos y de pronto veo la silueta de un animal grande oscuro y él también me ha visto, por unos segundos nos quedamos congelados y siento como si hubieran pasado horas por la intensidad con la que brillan sus ojos clavados en mi. Un escalofrío recorre mi espalda y no estoy seguro de poder mover mis piernas tan rápido como para escapar de esa criatura. Mientras lo observo noto que una de sus piernas tiene un color especial como una marca de color blanco que adorna el costado de uno de sus muslos. De pronto mueve una de su patas hacia adelante y la carrera empieza, antes de lo que creí estoy saltando entre árboles y plantas no puedo detenerme y el solo escuchar sus gruñidos a lo lejos me obligan a seguir sin voltear ni un segundo, poco a poco comienzo a escuchar pisadas cerca de las mías y aún así no me permito voltear, el sudor resbala como un helado derritiéndose en verano y mi corazón no conoce en ese momento el descanso. Más adelante el camino empieza a ponerse más lodoso y sin aviso me tropiezo y caigo… caigo cuando por fin termina mi caída estoy rodeado de una profunda obscuridad…
La humedad y el frío lodo en mi cara me despierta y poco a poco abro los ojos, me desmayé y no sé por cuánto tiempo, mientras abro los ojos escucho ladridos arriba de mi cabeza y al voltear encuentro un lobo tan robusto y tan grande que el sólo intentar sostenerle la vista se me hace una invitación a que termine conmigo, miro de nuevo su pata delantera y veo un brillo extraño cuando la mueve, poco a poco se devela ante mí un cuarto menguante hecho pelaje, como una especie de insignia lunar que distingue a este increíble animal del resto de los lobos del bosque, mientras pienso esto el lobo se pone alerta y detiene su paso, gira su cabeza hacia un costado y olfatea de tal forma que me hace pensar que reconoce un olor que lo tranquiliza de inmediato. Escucho pasos aproximándose y grito por ayuda pero nadie contesta, los pasos siguen con más fuerza y yo sigo gritando por ayuda sin suerte aún. Cuando al fin es obvio que los pasos están justo a la orilla de la zanja que me tiene atrapado observo unas grandes botas que se asoman y conforme mi vista va subiendo encuentro unas barbas y una capa impermeable que protege a un hombre viejo que me mira con halo de desprecio que intriga y antes de que pueda decir algo, deja salir unas palabras con una voz imponente y gruesa, “Sentir…absorber…comprender y direccionar deberás hacer”. Escucho lo que dice pero no tiene ningún sentido para mi, inmediatamente trato de cuestionar a mi interlocutor pero antes de formular mi pregunta ha desaparecido, grito pidiendo me ayude a salir y de la nada y sin aviso me cae una liana en la cabeza , subo por ella y al estar arriba y girar sobre mi eje no percibo nada a mi alrededor , es como si me hubieran llevado a un lugar tan lejos de todo y de todos que el sólo hecho de tener una zanja lo hace distinto y especial, es más hasta pienso que podría ser acogedor. Parpadeo pensando en ello y como si mis párpados fuera pinceles cada vez que cierro y vuelvo a abrirlos se develan nuevamente el color y las formas del bosque , “ !!!regrese!!! “pensé mientras descubro las últimas formas y me doy cuenta del maravilloso mundo que he pintado con mis ojos, todo fluye tan natural y complejo a la vez que mis ojos se llenan de lágrimas pues es demasiado hermoso para absorberlo todo junto. Cuando regreso a mi pensamiento inicial busco la cabaña del viejo pero esta vez ya no está, desapareció ella con las enormes montañas que le daban cobijo. Una Alegría enorme me embriaga de repente y me hace pensar en la suerte que tengo de estar vivo, de sentir y en las palabras del viejo que han contestado todas mis interrogantes, pues se me presentan ahora como una válvula de verdad que cuestiona cada interrogante que había preparado y da descanso a mi mente para seguir caminando con la suerte de no encontrar nunca más al viejo, pues de hacerlo, no habría llevado ese mensaje tan lejos y tan claro como él me hizo sentir debía hacerlo.