Justo este sábado que veía la luna me pregunte porqué invariablemente cuando la vemos así, completa, enorme y de un color asombroso, no podemos dejar de exclamar WOW!!. Pero cuidado eh? todos fantaseamos que la luna tiene un mensaje único asombroso para nosotros, es como si tuviera una conversación íntima con nosotros que se nutre con cada resplandor que nos embrutece. Ilusos, muchos nos hemos enamorado de ella aún cuando es tan «accesible». No tiene nada de especial con nosotros, le habla a todos de la misma manera y somos nosotros los que alucinamos barato pensé. Me mata de la risa el halo de romanticismo que le impone ese momento siempre y lo fácil que es dejarte llevar sobretodo cuando estás pensando en alguien más. Pero en realidad no tiene nada especial es un satélite más, quizá el único que conozca el 99% de las personas.

En esa búsqueda me di cuenta que la luna es el mejor pretexto asociado a la lejanía, cuando extrañamos a alguien y vemos la luna hay una conexión, cuando estamos navegando en una búsqueda y vemos la luna nos sentimos bien, inspirados cobijados, todo se vuelve factible, asequible y mágico. Cuando somos concientes de lo pequeño e insignificantes que somos comparados con el universo, es cuando los problemas se vuelven pequeños y los retos cosas de todos los días. Al final nuestros actos son tan finitos y limtados a nuestro entorno, pero al propio, a nuestro universo complejo y terreno.

Después de navegar en ideas lógicas y convenciones sociales regreso siempre a mirar cada luna llena como si fuera la primera vez, como si platicaramos, como si ese color rojizo fuera un descubrimiento propio, único. Le he llegado a dar forma humana y esque hay mujeres que irradian de esa energía, que me disculpe la mayoría pero no tienen ese granito de navegantes y admirables, son las menos y afortunadamente lo son, sino, nos volveríamos locos. Hoy hable con una más de estos seres que te matan de la intriga y te invitan a mirarlas sin cansancio, de escucharlas y estar cerca. Me hablo de arcoiris nocturnos y sentí cada color, entendí que esa visión no fue fortuita, esos colores navegaban por su ser en ese momento de paz y el reflejo de ella misma iluminó la noche y la hizo sonreir, sola, en su lugar y justo antes de amanecer.

Una vez me dijo la luna entre cuarto y menguante, que hay sonrisas que iluminan momentos y hay espíritus que iluminan noches enteras…. que razón tenía.