7 am. Me presento en el punto acordado y espero a las holandesas y argentinos que realizarán la experiencia también, pasan 10 min y llega un fotógrafo de pachuca con su novia y de los otros ni sus luces, el organizador del viaje me pregunta por ellos pues yo, muy pistolita hasta le rebaje el precio. Ahora no tengo cara, quedaron muy formales y siendo europeas me extraña. Pasan 20 minutos y salen con cara de que se pusieron una peda de miedo. Me dicen que se quedaron dormidas y que les está doliendo el estómago que no podrán ir, jajaja como si fuera su papá y les fuera a creer. Les digo que no hay problema conmigo pero que espero podamos realizar el viaje sólo tres. Hago las diligencias pertinentes y me dicen que no hay bronca. Obviamente me echaron mirada de «no que muy organizador» chale, eso me pasa por andar de guía.
Iniciamos el viaje y nuestro guía Bertin, nos da indicaciones de que saquemos las cañas de pescar, primero la saca el fotógrafo y me pide que yo espere. A los 5 minutos pesca algo y es pequeño, a los 3 minutos pesca otra cosa un poco más grande. Él está muy emocionado y yo espero tener la misma suerte pues nunca he pescado. Me indica que saque la caña que falta. Pasan 5 min y pesco el primero, se siente pesadísimo, al llegar vemos el porqué, se trata de un atún aleta amarilla de 6kg. Yo solo los conozco en lata por lo que se me hace una gran hazaña. Bertin me pide saque la caña y nuevamente pesco otro y 3 min después otro, esta vez los brazos ya no me dan y pido ayuda. Después de ver el proceso y ver que se puede poner muy sangriento el asunto decido ya no seguir pescando pues con el movimiento estoy a dos de guacarear. Nuestro recorrido alcanza a unos delfines adelante, a pesar de no tocarlos se siente una energía especial, no pasa mucho tiempo y nos encontramos con tortugas, todo lo que puedes pedir de un viaje mar adentro, terminamos con algo de snorkel y llegamos a la playa con seis atunes y victoriosos. Nos prometieron cocinarlos y con esta hambre vamos a devorar…
Regreso a mi habitación sólo para echarme un baño y vestirme para visitar playa ventanilla, me han contado en la playa que hay una visita por un manglar en donde puedes apreciar cocodrilos y la idea me ha facinado. 7 pesos de transporte a ventanilla que está a 5 minutos de Mazunte, me deja en el cruce y de ahí camino hasta llegar a la playa debe ser cerca de un kilómetro pero pocas veces puedo caminar tan agusto y aprovecho a pesar del intenso sol.
Al llegar hay varios guías esperando y me dicen que el último grupo se acaba de ir y si soy rápido quizá los alcance. Uno de los guías me encamina y al grito de speedy gonzález les doy alcance no sin antes tatemarme los pies con la arena más gruesa y caliente que en mazunte.
Es una lancha grande para 10 a 12 personas muchas familias, apenas avanzamos por el manglar y vemos al primer cocodrilo, según cuenta nuestro joven guía hay más de 900 dientones esperando una piernita. El recorrido hace escala en un museo que alberga crías de cocodrilos y algunos especímenes de muy buen tamaño. El dato que más me llama la atención es saber que ya no hay especies que alimenten a los cocodrilos, la población ha crecido pero no así sus presas, quienes han emigrado a otros sitios obligando a los locales a ofrendarles su dosis de pollo para que no se coman a algún turista distraído. El recorrido vale $50 pesos y dura aproximadamente 1 hr.
Termino con una buena comida en un restaurante a la orilla de la playa que atiende una Francesa con su hija. Me pregunto la historia detrás de esa decisión al dejar su país y vivir en México con su propio negocio y poco dinero. Envidiable sin duda y aún me falta recorrer Zipolite…
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